viernes, 17 de abril de 2015

ACADEMIA

Crónica desde el corazón de un amor y una identificación que surgió hace 100 años, pero que perdurará por varios siglos más. Porque Racing fue, es y será La Academia del fútbol argentino. A cien abriles del nacimiento de un apodo que se haría leyenda, por Sofía Antonacci.



Imagino que revolearon hacia el cielo sus sombreros… ¿Recibían una buena noticia? ¿Se divertían? Se abrazaban y cantaban, ¿qué pasaba? Caminaron con la alegría de otra de victoria, de haber festejado en tres ocasiones ese beso de amor entre la redonda y la red, sería el tercer año consecutivo de dar cátedra dentro de las canchas. Veintidós triunfos, sólo dos igualdades y ninguna derrota formaron parte de la historia del campeonato que se disputaba en esa época. Era el año 1915.

¿Cómo llamar a semejante juego? Las mejores definiciones surgen cuando los hechos son la inspiración, y me pregunto si habría mejor manera de mencionar al Racing Club de Avellaneda.

El apodo en referencia a una institución que enseña, inculca disciplina y demuestra cómo gustar, ganar y golear es ‘Academia’. ¡Y qué preciso! Sus formadores, los jugadores. Sus alumnos, los rivales. Sus directivos, los seguidores. Racing funcionó desde 1913, como su mote lo indica, educando a rivales dentro de la cancha. Lo hizo valer y lo selló a lo largo de los siete años posteriores, como heptacampeón, el único capaz de ganar siete títulos consecutivos, ninguna pena.

Hoy, La Academia, contagia ese espíritu de unión, positivismo y mentalidad ganadora. Enseñó, una vez más, y mejoró la estima de grupo, reforzó una de las materias más importantes: la confianza. Imposible que su ‘sobrenombre’ haya sido otro.


‘Academia, me enamoré de ti’ es una de las declaraciones de amor más profundas que sus fieles entonan en cada encuentro. ¿Y cómo no enamorarse? 



SOFÍA ANTONACCI - @sof_1903
Foto: Mario Martinez 

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